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Apego infantil y cómo nos afecta en la vida adulta

Apego infantil y cómo nos afecta en la vida adulta

Los seres humanos, y todos los mamíferos, somos especies altriciales. Es decir, llegamos al mundo siendo inmaduros y dependientes, incapaces de sobrevivir por nosotros mismos. Con esta función, los bebés vienen programados para apegarse a sus cuidadores.

A continuación, os hablaré sobre el concepto de apego infantil, los tipos que hay y cómo nos repercute en la vida adulta.

¿Qué es el apego infantil?

El apego es el vínculo emocional que se establece entre el bebé y sus cuidadores principales, y, tiene como objetivo, satisfacer las necesidades físicas y emocionales del mismo en pro de la supervivencia.

Este lazo afectivo es bidireccional, ya que es una relación de dos, y asimétrico, porque la dependencia sólo debe ser del bebé hacia el cuidador y no a la inversa.

El tipo de apego que se instaure dependerá de la capacidad que tengan los cuidadores para sintonizar y cubrir las necesidades del niño: si las figuras de apego son capaces de realizar esta labor, tendremos un apego de tipo seguro. Sin embargo, si los cuidadores no logran comprender y satisfacer, en un alto porcentaje de las veces, las necesidades del niño se generará un apego de tipo inseguro.

Se ha demostrado que el apego infantil comienza en el periodo perinatal y afecta a todo el ciclo vital de la persona.

A continuación, profundizaré en los diferentes tipos de apego y cómo nos influyen en la vida adulta.

Tipos de apego infantil

Apego seguro

Los padres que consiguen establecer un apego seguro con sus hijos se muestran empáticos y sensibles a sus necesidades, sintonizan con sus emociones y sensaciones. Son padres cálidos y afectuosos, disponibles y receptivos a las necesidades de los niños. Les permiten y animan a explorar el ambiente, a la vez que, son una base segura dónde pueden acudir en busca de ayuda, protección y consuelo. Esta vinculación permite que los niños, progresivamente, se conviertan en seres maduros y autónomos.

Cabe destacar aquí que los seres humanos somos seres sociales y nos necesitamos unos a otros. Por lo tanto, el objetivo es que el apego permita al niño lograr la madurez y autonomía “la capacidad de actuar libremente y elegir nuestras opciones”, no la independencia “hacer las cosas por ti mismo sin depender en absoluto de los demás”.

En consecuencia, los apegos seguros generan personas capaces de establecer relaciones íntimas y de confianza con los demás, logran una mayor capacidad para afrontar las situaciones estresantes de la vida y se adaptan mejor al entorno que los apegos inseguros y desorganizados de los que os hablo a continuación.

Apego inseguro: ansioso-ambivalente

En el apego ansioso-ambivalente, los padres se muestran muy impredecibles ante la conducta y necesidades de sus hijos. Unas veces responden de manera exagerada, otras de forma responsiva, y otras, ni siquiera le hacen caso. Las reacciones de estos padres son impredecibles porque suelen depender más de sus propias necesidades y estados de ánimo que de las del niño. Suelen ser padres sobreprotectores, invadidos por sus propios miedos, lo que provoca que limiten la autonomía y exploración del niño. Para el pequeño, no hay una coherencia entre lo que él necesita y la respuesta del cuidador, lo que le genera ansiedad e inseguridad.

Las repercusiones de este tipo de apego se resumen en ansiedad, inseguridad y dependencia, entre otros.

Apego inseguro: evitativo

El apego evitativo se instaura cuando los padres o cuidadores no atienden el mundo emocional del niño. Son padres que no comprenden, niegan o se sienten incómodos ante las necesidades emocionales de sus hijos. Por lo tanto, el pequeño aprende que la mejor opción es negar y no mostrar sus necesidades afectivas. Son niños que no se muestran necesitados, no piden cariño ni expresan su ansiedad. Sin embargo, su nivel de malestar interno se iguala al apego ansioso – ambivalente.

Como adultos, presentan dificultades a la hora de generar relaciones íntimas y de confianza con los demás, oscilando entre el miedo a la intimidad y el miedo a la soledad.

Apego desorganizado

El apego desorganizado lo conforman aquellos padres negligentes, maltratantes y, normalmente, con algún trastorno psicopatológico como consecuencias de una infancia difícil. Generan miedo en sus hijos con conductas agresivas e impredecibles. El niño busca protección en sus cuidadores, que a su vez son su mayor fuente de terror. Esto genera un gran caos en los niños y les deja desprovistos de cualquier recurso para ponerse a salvo y, por lo tanto, de mantener su salud mental.

Este apego, sin duda, es el que tiene las repercusiones más severas a lo largo de la vida del individuo. Algunas de ellas son: somatizaciones, dificultades en los afectos, trastornos cognitivos, de aprendizaje y de la personalidad.

¿El tipo de apego es modificable?

La respuesta es SÍ. En psicoterapia, de nuevo, se genera un vínculo de intimidad bidireccional y asimétrico entre terapeuta-paciente. Este tipo de vínculo, unido a las herramientas terapéuticas adecuadas para cada tipo de apego y caso concreto, logra sanar y modificar el apego que se instauró en la infancia.

 

Beatriz Reguera Álvarez

Psicóloga en Tu Psicoterapia Madrid

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